Blogia
HERMANOS MARISTAS 125 AÑOS EDUCANDO EN COLOMBIA- 1889 - 2014

Carta del Capítulo General Marista

Carta del Capítulo General Marista http://www.champagnat.org/21_es/10001.asp?id=131

¡Con María, salgan deprisa a una nueva tierra!

 

Queridos hermanos, laicos, laicas y jóvenes maristas:

Un  saludo fraterno y marista desde el corazón del XXI Capítulo general. Que la presencia de Jesús, la ternura de nuestra Buena Madre y la audacia de Marcelino Champagnat acompañen nuestra vida y misión.

 

Desde hace algunos meses nos hemos puesto en marcha preparando este acontecimiento. Hemos llegado a Roma contagiados por el entusiasmo de muchas personas, hermanos, laicos, laicas y jóvenes, que han sido protagonistas en este proceso: iCorazones nuevos para un mundo nuevo!

 

En este momento nos dirigimos a ti hermano, laico, laica, joven marista con esta carta para comunicarte y hacerte partícipe de la buena nueva que hemos vivido con el deseo de contagiarte de pasión y esperanza. Con María decimos: ¡Magnificat! 

 

 Ahora todo lo hago nuevo  (Ap 21,5)

 

Hemos dejado por unos días nuestras tareas cotidianas; hemos levantado la tienda juntos. Hermanos y hermanas nos hemos encontrado y reconocido en la alegría de ser parte de una misma familia, la familia de Marcelino Champagnat.

 

La diversidad de nuestras vocaciones y de nuestras culturas nos han permitido dar gracias a Dios por esta riqueza en nuestras vidas y misiones, expresión del carisma de Marcelino Champagnat  en el mundo de hoy.

 

En el discernimiento, la oración y el compartir, nos hemos puesto a la escucha de Dios que transforma nuestros corazones y nos permite leer su presencia en los signos de los tiempos y en la vida de nuestros hermanos.

 

Alrededor de una mesa redonda, la dinámica y la pedagogía de este Capítulo, nos han ayudado a vivir en escucha evangélica del otro para llegar en diálogo fraterno a tomar decisiones y a ponerlas en práctica. La riqueza de nuestra vida comunitaria nos ha hecho tomar conciencia del gozo de vivir como hermanos y hermanas en la sencillez y la alegría compartidas. Ser marista hoy vale la pena.

 

Nos sentimos contentos y damos gracias a Dios por la elección de nuestro hermano Emili Turú como Superior general y su equipo de animación y gobierno.

 

María se ha hecho presente. Ella nos ha tomado de la mano para mostrarnos su amor maternal e invitarnos a salir deprisa.

 

Un Dios que nos sorprende… (Lc 1,29)

 

Dios tiene un sueño para cada uno de nosotros, para la humanidad y para nuestro Instituto. Al escuchar nuestros corazones, descubrimos su amor, misericordia y ternura como un Dios Padre y Madre, a la vez que reconocemos nuestras debilidades e incoherencias. Esta misma experiencia llevó a Marcelino a ser un hombre emprendedor, audaz y arriesgado. Su sueño consistió en “Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar a los niños y jóvenes”.

 

Queremos ser continuadores de su sueño: hombres y mujeres de Dios, profetas de la fraternidad en un mundo deshumanizado en búsqueda de sentido y sediento de Dios. Nos sentimos llamados a responder, como  hermanos y hermanas, siendo presencia de este amor y rostro materno de Dios.

 

 …y convierte nuestros corazones  (Ez 36,26)

 

Hemos sentido que el Señor nos está diciendo: “Tienen que nacer de nuevo” (Jn 3,7). La propuesta de Jesús es la conversión del corazón que implica decisión profunda y apertura a la gratuidad de Dios para ser transformados por Él. Es Dios quien nos convierte si existe apertura de mente y corazón, enseñándonos a vivir con sus ojos y su corazón. El amor de Dios nos urge a convertirnos y a reencontrar el corazón de nuestras respectivas vocaciones. El mundo tiene sed de testigos auténticos que arriesguen toda su vida para que la Buena Noticia sea anunciada a todos. “El Reino de Dios está en medio de ustedes, conviértanse” (Mc 1,15)

 

Con realismo hemos tomado conciencia de nuestras posibilidades, a la vez que de nuestros límites y pobrezas. Percibimos corazones endurecidos por la rutina y el conformismo.  Nos pesa la disminución numérica y el envejecimiento. Aparece la preocupación por nuestra identidad y el futuro de nuestro estilo de vida. Sentimos la dificultad para conformar comunidades proféticas. Los procesos de reestructuración todavía no han sido cordialmente integrados. Seguimos manifestando nuestra pobreza espiritual al no saber poner en el centro de nuestra vida a Jesús y su evangelio. El mundo cambiante desafía constantemente nuestras estructuras y nuestros proyectos.

 

Pero como a María en la Anunciación, Dios ha salido a nuestro encuentro y nos ha sorprendido. Nos ha invitado a salir hacia una nueva tierra. En nuestra pequeñez y debilidad nos hemos preguntado: ¿Cómo podrá ser esto en este momento de nuestra historia?  Y nos hemos sentido confortados al recordar a Champagnat: “Si el Señor no construye la casa…”. Hemos descubierto que en nuestra pequeñez está la fuerza de Dios, y que en nuestra debilidad está la mano cariñosa del Dios amor.

 

Juntos hemos soñado nuestro futuro y descubierto la llamada fundamental que Dios nos hace hoy:

 

¡Con María, salgan deprisa a una nueva tierra!

 

Nos sentimos impulsados por Dios a salir hacia una nueva tierra, que facilite el nacimiento de una nueva época para el carisma marista.

Supone disposición a movernos, a desprendernos, a asumir un itinerario de conversión tanto personal como institucional en los próximos ocho años.

Hacemos este camino con María, guía y compañera. Su fe y disponibilidad a Dios nos alientan a realizar esta peregrinación.

La “nueva tierra” de una auténtica renovación del Instituto nos pide un verdadero cambio de corazón.

 

El Espíritu de este XXI Capítulo, el horizonte del Bicentenario y una mayor conciencia de nuestra internacionalidad nos urgen a:

 

a)    Una vida consagrada nueva, arraigada firmemente en el Evangelio, que promueva un nuevo modo de ser hermano.

 

Durante este Capítulo, el Espíritu nos ha interpelado a acoger la novedad de “nuestro ser de hermano”. Invitados a retomar la originalidad del nombre que Marcelino nos dio: “Hermanitos de María”.

 

·        Hermanos, hijos de un mismo Padre, llamados por Dios a vivir el don total de nuestras vidas por medio de la consagración religiosa y centrando nuestra vida en Cristo. Cada hermano es el primer responsable de su itinerario de conversión.

 

·        Hermanos entre los hermanos, signos del Reino, en la sencillez de vida, en el compartir de vida y de fe, en una oración renovada y en el perdón mutuo. Comunidad de hermanos visible y abierta, inspirados en el entusiasmo de la primera comunidad de La Valla y reivindicando el espíritu de audacia de L’Hermitage y animados por el testimonio fiel de nuestros hermanos mártires.

 

·        Hermanos de los niños y jóvenes pobres, presentes entre ellos y ayudándoles a dar sentido a su vida. Apasionados por ser signos del amor de Dios y audaces para desplazarnos  donde otros no llegan.

 

·        Hermanos universales, abiertos y disponibles para acoger la diversidad de nuestro Instituto. Interpelados a ir más allá de nuestras fronteras, dejándonos evangelizar por el otro.

 

·        Hermanos de María, en camino con Ella. Invitados a descubrirla en el Evangelio como peregrina de la fe.

Como Marcelino que la toma como Madre y modelo. “Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Jn 19,27)

 

Volvamos al corazón de nuestra vida de hermanos, de consagrados religiosos para llegar a ser memoria evangélica para el mundo.

 

b)    Una nueva relación entre hermanos y laicos, basada en la comunión, buscando juntos una mayor vitalidad del carisma marista para nuestro mundo.

 

Reconocemos y apoyamos la vocación del laico marista. Creemos que es una invitación del Espíritu a vivir una nueva comunión de hermanos y laicos maristas juntos, aportando una mayor vitalidad al carisma marista y a la misión en nuestro mundo. Creemos que es un “Kairós”, una oportunidad clave para compartir y vivir con audacia el carisma marista, formando todos juntos una Iglesia profética y mariana.

 

·        La Asamblea Internacional de misión en Mendes, nos permitió a hermanos y laicos, vivir una experiencia de comunión y juntos sentimos unas llamadas para revitalizar nuestras vidas y nuestra misión marista: “Un corazón, una misión”.

·        Acogemos con satisfacción el nuevo documento “En torno a la misma mesa”, como una fuente de reflexión y discernimiento durante los próximos años.  

·        Apostamos por procesos y experiencias de formación conjunta, hermanos y laicos, que garanticen una buena formación que nos ayude a ser fieles a las intuiciones de nuestro fundador. 

·        Apoyamos el Movimiento Champagnat de la Familia Marista y otras expresiones nuevas de vida y pertenencia marista que están surgiendo en formas diferentes, en diversas partes del mundo; a la vez que sentimos la necesidad de desarrollar procesos que permitan a todos los maristas ser corresponsables de la vida, la espiritualidad y la misión.

·        Hermanos y laicos compartimos la responsabilidad de buscar nuevas vocaciones maristas. El grito de Marcelino Champagnat, “¡Necesitamos hermanos!” nos sigue interpelando hoy. Que cada uno de nosotros, hermanos y laicos maristas, se atreva a invitar a los  jóvenes a unirse a ser hermanos maristas o laicos maristas.  

 

c)    Una presencia fuertemente significativa entre los niños y jóvenes pobres.

 

Invitados a ver el mundo a través de los ojos de los niños pobres.

Salgamos deprisa con María de la Visitación y Marcelino Champagnat al encuentro del joven Montagne. Llevemos a Jesucristo a los niños y jóvenes, especialmente a los niños más pobres, “en todas las diócesis del mundo”. En sus rostros descubrimos el rostro de Dios.

 

·        A todos los que trabajan en nuestros centros educativos y obras sociales, los invitamos a animar a sus alumnos a transformar sus corazones, sus vidas y actividades, para que crezcan como personas comprometidas en la construcción de una sociedad justa y solidaria, en el respeto por la vida, conscientes de la ecología en vistas a conseguir un mundo mejor y sostenible. Ir hacia una nueva tierra tiene implicaciones: Compartir la responsabilidad en la misión, dar prioridad a la evangelización, vivir la opción por los pobres y transmitir el carisma a una nueva generación de educadores.

·        Promovemos el diálogo intercultural e interreligioso, basado en el respeto, crecimiento mutuo y las relaciones de igualdad entre diferentes culturas, etnias y religiones (Cf. Mendes).

·        Desarrollamos una mentalidad internacional e intercultural de la misión marista. El “Proyecto ad gentes” nos invita a fortalecer nuestro espíritu misionero en el Instituto.

·        Acordémonos de María y José huyendo rápidamente a Egipto para proteger al niño Jesús. Esta imagen nos inspira a convertirnos en expertos y defensores de los derechos de los niños y jóvenes de manera valiente y profética en los foros públicos. Nos sentimos impulsados a desafiar las políticas sociales, económicas, culturales y religiosas que oprimen a los niños y jóvenes. Ahora es el momento para todos nosotros de unirnos a los esfuerzos de la Fundación Marista para la Solidaridad Internacional (FMSI).

·        Como Instituto internacional de hermanos, nos sentimos responsables de las Unidades Administrativas que viven en situaciones económicas difíciles. Llamados a vivir la solidaridad para compartir nuestros recursos y personas.

Con María,  salgamos deprisa a una nueva tierra  (Lc 1,39)

En nuestra historia marista, Dios nos da el momento extraordinario de este Capítulo para volver a los elementos fundamentales de nuestro carisma. Como los discípulos de Emaús, después de esta experiencia, nuestros corazones están en llamas: "¿No ardían nuestros corazones mientras nos hablaba por el camino?" (Lc 24,32) 

 

Hemos sido transformados y enviados a anunciar al mundo marista la buena noticia. Esta parte de nuestra peregrinación está terminada pero continúa aún y ahora debe echar raíces en todo el Instituto. Por eso, los miembros del XXI Capítulo general  les decimos: 

 

·        A ti, hermano mayor, que has dado lo mejor de tu vida a la misión del Instituto; gracias por tu fidelidad. Una vez más, contamos contigo, con tu testimonio, tu presencia, tu alegría y tu oración.

·        A ti, hermano de mediana edad, continúa la marcha. No tengas miedo a lo nuevo que queda por delante. Jesús, María, Champagnat y otros hermanos caminan contigo. ¡Camina deprisa con un corazón nuevo para un mundo nuevo!

·        A ti, hermano joven que comienzas la vida marista. Vive en la alegría y la esperanza de un futuro donde la entrega y el sacrificio de tu vida a Dios ayudarán a transformar el mundo de los niños. Contamos contigo, tu dinamismo y tu fe. ¡El futuro marista está en tus manos!

·        A ti, joven en formación en nuestros postulantados y noviciados. Vive generosamente el don de tu vida a Jesús que te ha llamado. Dios es fiel y te ama siempre. ¡Alégrate de ser marista!

·        A ti, laico y laica marista, que en tu corazón, deseas vivir la plenitud de tu bautismo en el carisma de Marcelino Champagnat. ¡Caminemos juntos!

·        A ti, joven marista, que sueñas con un mundo mejor. Tómate el tiempo para abrir tus ojos a la realidad del mundo que te rodea.  Escucha tu corazón donde Dios te habla. ¡Únete a nosotros en esta marcha!   

María y Marcelino han vivido esta peregrinación.

Ahora, es el momento de emprender juntos este itinerario.

¡Maristas nuevos hacia una “tierra nueva”!

Fraternalmente,

Hermanos  del XXI Capítulo general.

Roma, octubre de 2009

 

0 comentarios